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  • Foto del escritorIciar Piera

Mi oración para este año




Ayer al sentarme a escribir por la mañana brotó una oración.

Supe que esa sería la oración para este año.

Una oración es una intención, una dirección en la mente.

El Curso dice que la oración es el vehículo de los milagros, y los milagros no son más que un cambio de dirección en la mente del miedo al amor.


De la oscuridad del sistema de pensamiento del ego a la luz del sistema de pensamiento de Jesús.


De la pesadez del miedo a la ligereza del amor.


La oración es el verdadero deseo de nuestro corazón, es una petición que hacemos costantemente, aunque no siempre seamos conscientes de aquello que estamos pidiendo.

Y nuestras oraciones siempre son respondidas. A cada instante.


Si tu oración, que es lo mismo que tu deseo, es por paz y felicidad, esa será tu experiencia.


Si tu oración es por algo más, esa será tu experiencia igualmente.


¿Quieres saber lo que estás pidiendo?


Observa lo que estás experimentando.


Uno de los propósitos de este año es aprender el verdadero significado de la oración.


No como concepto, sino como experiencia.


La oración es poner la mente a disposición de los milagros. En la dirección de los milagros.


Es como enfocar un haz de luz. Lo que veas será aquello hacia lo que estés apuntando con tu atención.


Así que este año quiero enfocar mi haz de luz, mi atención, en la dirección de los milagros.

Quiero experimentar milagros de manera consistente.


Si el milagro es el resultado de enfocar nuestra mente en esa dirección, al elegir la luz del sistema de pensamiento de Jesús en lugar de la oscuridad del sistema de pensamiento del ego, entonces "cada situación esconde un milagro".


No importa la forma que tome la situación.

Todo esconde un milagro.

No solemos verlo así porque nuestra atención no está enfocada en esa dirección.


Pero siempre podemos cambiar de dirección, y enfocarla hacia los milagros.

Podemos pedirle a Jesús que nos enseñe a elegir el milagro a cada instante, en cada situación, en cada relación. Que nos ayude a ser consistentes en esto. Que nos de la fortaleza para no importa lo que parezca estar sucediendo estar dispuestos a elegir el milagro en lugar de nuestros resentimientos. La paz en lugar del conflicto. Ser feliz en lugar de tener razón.


Cada situación, en manos de Jesús, puede convertirse en un medio para recordar quienes somos, para experimentar felicidad, paz.


Incluso lavar los platos.

Toda situación puede ser utilizada con el propósito de la oración.


Convertir nuestra vida en una oración constante.

Ayer por la tarde me llamó un amigo.


Hace un tiempo que venía observando que nuestras conversaciones se habían convertido en algo así como en una sucesión de clichés acerca del tiempo, de que tal estás, y esas cosas a las que nos hemos acostumbrado.


Al empezar a hablar, ahora acerca de Filomena (una excusa perfecta esto de que siempre haya alguna catástrofe o pandemía que nos sirva para llenar las conversaciones...) empecé a notar que mi energía bajaba. Empecé a notar como una pesadez. Al cabo de un momento me acordé de la oración que había compartido por la mañana. En ese momento mentalmente empecé a repetir la oración: "Jesús, quiero sentirme inspirada. Jesús muéstrame como sentirme inspirada. Muéstrame donde se encuentra la dicha en esta conversación. Eleva mi mente hacia los milagros. Se tú quien diriges. Quiero ser feliz. Úsame.".


Lo único que hice fue poner mi mente en esa dirección. Recordé que todo puede ser utilizado por Jesús como un medio para los milagros, para sanar nuestra mente.


Seguía escuchando a mi amigo mientras internamente repetía la oración (las palabras que utilizamos son lo de menos, la oración no tiene palabras, estas son simplemente símbolos, lo importante es nuestra disposición).


Casi al final, ya íbamos a colgar y en ese momento empecé a hablarle de este proyecto. No tenía pensado decirle nada, pero en ese momento me vi a mi misma hablando acerca del blog, de los milagros, de la inspiración, de la última película que había visto y su mensaje. Mientras hablaba podía notar como esa pesadez que antes sentía se iba diluyendo. Era como si mi mente se fuese elevando. Volvía a sentirme alegre, inspirada, como antes de empezar la conversación.


Estuvimos compartiendo durante un rato y cuando colgé el teléfono me di cuenta de que mi decisión de hacerme a un lado y permitirme ser usada con el propósito de los milagros nos había transformado a ambos. Podía sentir no solo que yo me sentía bien, sino que también la voz de mi amigo había cambiado.


Del automatismo del ego habíamos pasado a la inspiración del espíritu.

Y ahora quiero compartir esta experiencia para tenerla presente.


Porque seguirán surgiendo situaciones donde me olvide de mi propósito y me vea dejándome llevar por el ego, por el miedo, el conflicto. Por los viejos hábitos de relacionarme.


Quiero tener presente que es mi decisión, siempre es mi decisión.

¿Qué quiero ver? ¿Qué quiero experimentar?


Es mi deseo, es mi oración.



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