El milagro no borra lo que ocurrió sino que lo reinterpreta

🌸 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!

Cada resentimiento es una forma de decir: “esto no debería haber pasado”. Es la resistencia de la mente a aceptar la realidad tal como es.

El ego sostiene el resentimiento como si fuera un escudo que le protege, pero en realidad, ese escudo pesa demasiado.

Nos mantiene alejados de la paz.

El resentimiento siempre lleva implícita una acusación: alguien —yo mismo, otro, la vida— es culpable.

Y mientras la mente insiste en esa historia, el corazón se cierra.

La luz del milagro no puede entrar en un corazón cerrado.

Por eso Jesús nos enseña esta frase tan poderosa: “¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!”.

Es una oración que abre las puertas de la mente a otra percepción.

Un recordatorio de que no tengo que entender cómo se deshace el resentimiento; solo tengo que estar dispuesta a verlo de otra manera.

El milagro no borra lo que ocurrió, sino que lo reinterpreta.

Donde antes había ataque, el milagro ve una petición de amor.

Donde antes había injusticia, el milagro ve una oportunidad para recordar la inocencia.

Y donde antes había defensa, el milagro ve indefensión: la certeza de que nada real puede ser amenazado.

Cuando permito que el milagro sustituya mi resentimiento, dejo de luchar con la vida.

Me rindo a la verdad de que el Amor de Dios sigue intacto, y que no hay nada que el resentimiento pueda protegerme de perder… porque nunca lo he perdido.

Hoy, cada vez que notes una contracción, un juicio o una punzada de irritación, puedes detenerte y recordar:

“No necesito tener razón. Prefiero ver con los ojos del Amor. ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!

Y entonces… suelta el peso.

Deja que el milagro haga su trabajo.

Y permite que tu corazón vuelva a sonreír. 💫

Feliz día.

Iciar