Descubre a Follow Your Bliss

A veces, sin darnos cuenta, vivimos defendiéndonos. De una mirada, de una opinión, de un recuerdo, incluso de nosotros mismos. Creemos que tenemos que proteger algo frágil, justificar cada gesto, corregir lo que fuimos. Pero hay algo más profundo que todo eso. Una verdad tan simple que el ego no puede comprenderla: tu impecabilidad está garantizada por Dios. Nada real puede ser amenazado. Y tu inocencia —la que procede del Amor, no del comportamiento— es lo más real que hay.

El miedo no soporta la incomodidad. Cuando algo duele, cuando algo no sale como esperábamos, la mente del ego se apresura: “Haz algo. Cámbialo. Encuentra una solución.” Y en ese impulso por arreglar, perdemos la oportunidad de ver. El Amor, en cambio, no tiene prisa. No busca arreglar nada, porque sabe que nada real está roto. El Amor no necesita comprender, solo acompañar. Te invita a hacer lo que el miedo nunca te deja: sentir. Sentir no es recrearse en la emoción. Es permi

Este pensamiento es una declaración de pureza. Una forma de recordar que, por mucho que el ego insista, no hay dos mentes en mí. Solo una. Y esa mente sigue unida a Dios, pensando con Él, en perfecta armonía. Cuando el Curso nos invita a repetir “Mi mente alberga solo lo que pienso con Dios”, nos está enseñando a distinguir lo real de lo ilusorio. Los pensamientos de miedo, ataque, culpa o carencia no pueden proceder de Dios, y por tanto no pueden ser verdad. Son simplemente

Cuando algo te altera, cuando una situación parece injusta o absurda, la mente empieza a fabricar mil explicaciones. “¿Por qué me pasa esto? ¿Qué hice mal? ¿Qué debería hacer ahora?” Pero Un Curso de Milagros  nos invita a otra pregunta, una que abre la puerta a la verdadera comprensión: 👉 ¿Cuál es el propósito de esto? Porque el propósito lo cambia todo. El ego siempre ve propósitos de ataque, de defensa, de ganancia o pérdida. El Espíritu Santo, en cambio, solo tiene un

Hay pensamientos que no buscan ser comprendidos, sino recordados. Este es uno de ellos. “Soy Su Hija eternamente” no es una afirmación para el futuro, ni una promesa que deba cumplirse. Es un hecho. Una verdad que ya es, aunque a veces mi mente la olvide. Cuando me identifico con el cuerpo, con los logros o con las heridas, parece que esa filiación se desvanece. Pero el Amor no se puede perder, solo se puede velar. Dios no creó una versión limitada de mí. Creó un pensamiento

Durante mucho tiempo creí que la iluminación era un destino. Un punto al que algún día llegaría si aprendía lo suficiente, si meditaba más, si me purificaba, si corregía todos mis errores. Pero Un Curso de Milagros  lo dice con una sencillez desarmante: “La iluminación es simplemente un reconocimiento, no un cambio.” Y algo en mí respira profundamente al leerlo. Porque reconocer no exige esfuerzo, ni mérito, ni perfección. Solo disponibilidad. Solo mirar sin juicios lo que si

Hoy recordamos lo que somos. Más allá del cuerpo, más allá de la historia, más allá de las emociones que van y vienen… Soy espíritu. Estas tres palabras contienen una verdad tan simple, tan pura, que la mente no puede comprenderla, solo el corazón puede reconocerla. Soy espíritu: libre, ilimitado, inocente. No nací y no moriré. No estoy atrapado en la forma. Estoy aquí, pero no soy de aquí. Nos hemos creído que somos un cuerpo: un nombre, un pasado, una biografía que proteger

Durante mucho tiempo hemos creído que servir al mundo era hacer grandes cosas : ayudar a muchos, dejar huella, lograr cambios visibles, marcar la diferencia. Pero la verdad es mucho más simple y, al mismo tiempo, infinitamente más profunda. Sirves al mundo siendo Tú. No el “tú” que se esfuerza por ser suficiente, ni el que intenta encajar o mejorar. No el “tú” que vive comparándose o buscando propósito fuera. Sino el Tú que surge cuando te sueltas. Cuando dejas de luchar con

Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios. Estas palabras son el corazón del Curso. Tres frases que lo contienen todo. Tres frases que disuelven el miedo si las dejas entrar, no como una idea… sino como una experiencia. Lo real —el Amor, la inocencia, la unidad, la luz que eres— no puede ser amenazado. Nada ni nadie puede tocarlo. No importa lo que el cuerpo sienta, lo que el mundo diga o lo que parezca ocurrir. El Amor que te creó perma

Durante mucho tiempo asociamos la Voluntad de Dios con sacrificio, con renuncia, con tener que aceptar lo que “nos toca”. Pero Jesús nos invita hoy a recordar algo completamente distinto: La Voluntad de Dios no es que sufras, sino que seas feliz. La Voluntad de Dios es dicha, plenitud, descanso. No es algo que venga después, cuando hayas aprendido lo suficiente o corregido tus errores, sino es lo que ya es verdad ahora mismo. Tu felicidad no depende de que cambien las circuns

Hay un lugar dentro de ti que el mundo no puede alcanzar. Un espacio donde nada cambia, donde no hay urgencia ni ruido. El Curso lo llama “el centro tranquilo” , ese núcleo silencioso que permanece en calma mientras todo alrededor parece moverse, agitarse o romperse. Y aunque a veces lo olvides, ese centro nunca se pierde. No importa cuán fuerte sople la tormenta de pensamientos, ni a cuántas historias te arrastre el ego: ese lugar de reposo sigue intacto. Está ahí, esperándo

Durante mucho tiempo confundí la fortaleza con el esfuerzo. Creía que ser fuerte era resistir, mantenerme en pie cuando todo temblaba, fingir que podía con todo. Pero hoy comprendo que esa no es la fortaleza de la que habla Jesús. La fortaleza de Dios no se parece a la del mundo. No empuja, no lucha, no se sostiene a base de tensión. Es una fuerza suave, silenciosa, invisible… pero infinitamente real. Es el descanso que aparece cuando dejo de intentar hacerlo sola. 'Dios es l

Durante mucho tiempo confundí la indefensión con la debilidad. Pensaba que si no me defendía, si no respondía o no me protegía, los demás pasarían por encima de mí. Que si no decía nada, me anularía. Que si bajaba la guardia, me harían daño. Pero Jesús nos enseña que la indefensión no es rendición ante el mundo, sino rendición ante Dios. No es pasividad, sino confianza. No es resignarse, sino descansar en la certeza de que el Amor lo sostiene todo. La defensa nace del miedo.

Desear la paz de Dios no es un deseo más entre muchos. Es el final de todos los demás deseos. Mientras la mente siga buscando su descanso en los sueños —en el reconocimiento, en la comprensión, en que las cosas sean distintas—, seguirá habitando la inestabilidad. Porque los sueños cambian, se disuelven, se desmoronan. Pero cuando verdaderamente deseas la paz de Dios, de todo corazón , hay un punto en que algo se rinde dentro de ti. No porque hayas perdido, sino porque has vis

Nadie que realmente busque la paz de Dios puede dejar de hallarla. La paz de Dios no es una meta lejana ni un premio que se concede a los...

Este pensamiento es una llamada a la responsabilidad radical . No desde la culpa, sino desde el poder. Jesús nos recuerda que el mundo...

La mente que ya no necesita defenderse puede ver. No ver en el sentido de los ojos del cuerpo, sino en el sentido del corazón, en el...

Este pensamiento es una rendija de luz. Una grieta en la muralla del miedo. Cada vez que lo recuerdas, estás eligiendo la posibilidad de...

🌸 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos! Cada resentimiento es una forma de decir: “esto no debería haber pasado”. Es...

Esta afirmación no es arrogancia, aunque al ego le suene así. Es, de hecho, lo más humilde que puede decir una mente que empieza a...