Caminar, o más bien pasear, es una de mis prácticas espirituales.
Paseo a diario, siempre sola, siempre sin un rumbo fijo.
Por cuidad, porque soy más de asfalto.
Cuando mi mente se enreda me pongo las zapatillas y salgo a pasear.
Dicen que San Agustín utilizaba la frase "Solvitur ambulando" que podría traducirse como "eso se soluciona caminando".
Desconozco el sentido en que San Agustín usaba esta frase, pero para mí es una invitación a pasear como práctica espiritual, u oración.
Pasear aclara las ideas. El movimiento hace que algo dentro de nosotros se ponga en marcha también.
Al menos a mí me funciona.
Las peregrinaciones, como el Camino de Santiago, nos invitan a acompañarnos. Con cada paso que damos, ya sea acompañados o solos, entramos en una dimensión atemporal.
Observamos los paisajes, y la metereologia cambiante.
Hacemos frente a nuestros demonios, pero también nos sentimos guiados, como si alguien caminase a nuestro lado.
Yo cuando salgo suelo decir: Tú diriges, y luego me permito ser guiada.
En ocasiones cuando estoy muy revuelta tambien digo:
Usa este paseo para tu propósito. Para la sanación de la mente. Para el milagro.
En el Curso Jesús nos dice que tenemos que preguntarnos mil veces al día ¿Quién camina a mi lado? hasta que la certeza haya aplacado toda duda y establecido la paz.
Y luego nos recuerda que:
Si supieras Quién camina a tu lado por la senda que has escogido, sería imposible que pudieses experimentar miedo.
Caminar es mi forma de recordar Quién camina a mi lado.
Que nunca estoy sola.
Que Dios está en mi mente.
Que Jesús es mi escudero fiel.
Que eso, lo que parezca estar entorpeciendo mi paz en este instante, se soluciona caminando.
Porque en ese pasear descubro que no camino sola.
Nunca.
Feliz día.
Iciar
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