Muéstrame el camino

Hay días en los que me despierto con la sensación de que tengo que hacerlo todo:

resolver, planificar, prever, controlar.

Y, claro, acabo agotada antes de empezar.

Entonces recuerdo el pensamiento de hoy:

💫 Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.

Y algo en mí suspira de alivio.

Porque confiar no es cruzarse de brazos y esperar milagros, es soltar la necesidad de saber cómo tiene que ser todo.

Es reconocer que no tengo que llevar el volante.

Jesús no me da un mapa con rutas ni tiempos.

Me da un paso.

Solo uno.

Y cuando doy ese paso, el siguiente se muestra con naturalidad.

Así, poco a poco, la vida deja de ser una carrera de obstáculos y se convierte en una danza.

Kenneth Wapnick decía que el ego es un copiloto muy insistente que cree que el Espíritu Santo no sabe conducir.

Y yo lo noto: cada vez que intento tomar el volante, el viaje se vuelve tenso.

Pero cuando respiro y digo con una sonrisa:

🌿 “Muéstrame el camino”, todo se suaviza.

El paisaje no cambia, pero mi mirada sí.

Y de pronto, el trayecto se vuelve más ligero, más confiado, más amable.

Hoy no necesito entenderlo todo todo.

Solo apartarme un poquito y dejar que Él me muestre el camino.

Porque, sinceramente…

El conduce infinitamente mejor. 🚗✨

Hay una manera de vivir en el Mundo que no es se esté mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque sí sonríes más a menudo. L155

Feliz día.

Iciar