Un pensamiento que no perdona es intencionado

Un pensamiento que no perdona es intencionado

Cuando escuché por primera vez esta frase de Kenneth Wapnick —“Un pensamiento que no perdona es intencionado”— me detuve en seco. Me di cuenta de que no estaba hablando de algo accidental, algo que simplemente me “pasaba” sin querer. Estaba hablando de elección.

Porque, si lo pensamos, cuando sostenemos un pensamiento que juzga, que ataca o que condena, hay algo en nosotros que quiere mantenerlo vivo. Puede que no lo sintamos así en la superficie, puede que incluso nos sintamos víctimas de nuestros pensamientos. Pero en el fondo, hay una parte de nuestra mente que ha decidido no soltar, no perdonar, no dejar pasar.

Y esa es una buena noticia.

Sí,es una buena noticia porque significa que también podemos decidir de otra manera.

Un pensamiento que no perdona es intencionado… pero el perdón también lo es.

Cuando Un Curso de Milagros nos invita a perdonar, no es un perdón condescendiente, no es mirar al otro como culpable pero “ser tan buenos” que le pasamos la mano por la cabeza. No. El perdón del que habla el Curso es una corrección de la percepción: es recordar que ni el otro ni yo somos el personaje que creemos ser, sino algo mucho más vasto, inocente y eterno.

Y esto no ocurre por casualidad. Requiere intención.

Por eso me gusta tanto esta frase: me recuerda que si no estoy en paz, es porque en algún lugar de mi mente he decidido no estarlo. Y me da poder. Me recuerda que puedo elegir de nuevo, como repite tantas veces el Curso.

Elijo ver esto de otra manera.

Elijo soltar mi necesidad de tener razón.

Elijo dejar de fabricar historias en mi cabeza sobre lo que “me hicieron”.

Elijo la paz en lugar de este pensamiento.

El perdón, al final, no es algo que ocurre mágicamente mientras yo sigo alimentando mis resentimientos. Es un acto intencional de soltar, de rendirme, de dejar que la verdad me alcance. Y cuando lo hago, cuando elijo con intención, la mente se abre y algo en mí respira de nuevo.

Feliz día.

Iciar