Hay un milagro detrás de cada aparente conflicto.
Lo único que se precisa es un cambio de percepción.
El conflicto refleja que estamos percibiendo erróneamente.
Estamos interpretando la situación atraves del miedo, de la culpa, de la separación.
Estamos proyectando sobre esa situación la creencia en que somos culpables, una creencia que es necesario ver para poder desterrar de la mente.
Los resentimientos son juicios.
Pensamientos no amorosos a los que damos realidad al depositar nuestra fe en ellos.
Sin nuestro apoyo no son más que pensamientos sin significado.
Nubes que se desplazan por el cielo de la Conciencia sin afectarla.
Dice la lección 89:
Visto correctamente, esto me ofrece un milagro.
Si experimento miedo, ira, algo que no sea paz, necesito un milagro.
Mi mente está confundida y preciso de "ayuda y corrección".
Esa corrección es el milagro.
El milagro llega a la mente y la ilumina.
Libera a la mente de la esclavitud auto-impuesta.
Cuando surja la tentación es bueno recordar que "esto no tiene porqué ser así".
Tenemos derecho a los milagros.
Tenemos derecho a la corrección.
Tenemos derecho a la luz en la mente que sustituye nuestros resentimientos por milagros.
Solo se precisa de nuestra pequeña voluntad para reinstaurar al Hijo de Dios en el trono que le pertenece.
Dejar de negar la inocencia.
Recordar la santidad.
Hacerse a un lado y permitir que el milagro reemplace al miedo en la mente.
Esperar milagros.
Desearlos.
Y darles la bienvenida siempre que la situación lo requiera.
Visto correctamente, esto (lo que parece alterar mi paz) me ofrece un milagro.
Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho.
Tengo derecho a los milagros.
¿Qué otra cosa necesito?
Feliz día.
Iciar
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