Vivir encendida
- Iciar Piera

- 8 oct
- 1 Min. de lectura
Hemos recorrido este camino muchas veces.
Nos hemos caído. Y nos hemos levantado en tantas ocasiones que nuestro cuerpo aprendió a sobrevivir. A protegerse. A crear una armadura para no sentir el dolor. Para aislarse de la llama que en ocasiones incendia y nos llena de rabia.
Nos hicimos fuertes.
Y enarbolamos el estandarte del "yo sola puedo".
Nos creímos solas a merced del mundo. De un mundo cruel que no siempre reconociamos como nuestro hogar.
Encendimos hogueras.
Bailamos a la luz de la luna.
Ocultamos nuestro poder por miedo a no ser comprendidas.
Acallamos nuestra voz.
Templamos nuestro aullido.
Nos hicimos pequeñas.
Muy pequeñas.
Hasta que llegó un momento en que ya no recordamos ese fuego. Esa chispa.
Y ahora estamos recordando.
Estamos despertando.
Nos desperezamos para que nuestras alas puedan desplegarse.
En el deshielo todo aquello que una vez fue defensa se empieza a resquebrajar.
El iceberg sale a la superficie.
El corazón, contraído, empieza a latir de nuevo y pide ablandarse. Abrirse.
Si has pasado por el proceso de congelarte ya sabrás que el deshielo es intenso, doloroso.
Pero nada puede crecer allí donde las semillas fueron arrancadas de la tierra.
Hay que preparar el terreno de nuevo.
Arrancar las malas hierbas para que algo nuevo pueda nacer.
Y podamos volver a bailarle a la luna.
Encender hogueras.
Cantar con nuestra propia voz.
Reunirnos y abrazarnos.
Vivir encendidas.
¿Porque acaso hay otra forma de vivir?
Feliz día.
Iciar
Imagen: Pinterest





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