top of page

Confío en mis hermanos

  • Foto del escritor: Iciar Piera
    Iciar Piera
  • 10 oct
  • 2 Min. de lectura

Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.


Esta lección es una de esas que parecen sencillas, pero que tocan la raíz del miedo.


Porque confiar, en este mundo, parece lo más difícil. El ego nos enseña justo lo contrario: desconfía, protégete, sospecha.


Nos hace creer que si bajamos la guardia, seremos heridos. Pero el Curso nos recuerda que la desconfianza es la verdadera herida, y la confianza, la verdadera cura.


Cuando decimos: “Confío en mis hermanos, que son uno conmigo”, estamos recordando la verdad que el ego no soporta: que no hay “otros”. Que lo que percibo fuera no es más que una proyección de los pensamientos que guardo dentro. Si desconfío de alguien, es porque aún desconfío de mí. Si veo culpa en otro, es porque sigo creyendo en la culpa.


Confiar en mis hermanos es, en realidad, confiar en la luz que habita en todos. Es recordar que, más allá de las apariencias, hay una pureza que no puede ser tocada por los errores ni por las historias del mundo.


La confianza es la expresión más alta de la indefensión. No necesito protegerme de mis hermanos porque no pueden hacerme daño. No porque sean perfectos en la forma, sino porque somos uno en el fondo.


Cuando confío, suelto la idea de ataque. Cuando confío, dejo de proyectar miedo. Cuando confío, mi mente se alinea con la Mente recta, con el pensamiento de Dios, donde solo hay unión.


Esta confianza no es ciega ni ingenua. Es una elección consciente.


Elijo ver con los ojos del Amor en lugar de con los del miedo.


Elijo recordar que el otro no es la causa de mi malestar, sino mi espejo, mi maestro, mi hermano en el camino de regreso a casa.


Cada encuentro es una oportunidad para practicar esta confianza.


Cuando alguien me parece injusto, o indiferente, o amenazante, puedo detenerme y decir:


“Este hermano y yo no estamos separados. Lo que yo elija ver en él, lo veré en mí.”

Y entonces algo en el corazón se ablanda.


Ya no necesito tener razón, ni defenderme, ni atacar.


Solo deseo la paz.


Y esa paz viene al recordar que confiar es ver la inocencia que nunca se perdió.


Así se deshace el mundo del miedo: una mirada confiada a la vez.


Feliz día.

Iciar


Comentarios


Publicar: Blog2 Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

©2021 por followyourbliss. Creada con Wix.com

bottom of page