Dios es la fortaleza en la que confío
- Iciar Piera
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura
Durante mucho tiempo confundí la fortaleza con el esfuerzo.
Creía que ser fuerte era resistir, mantenerme en pie cuando todo temblaba, fingir que podía con todo.
Pero hoy comprendo que esa no es la fortaleza de la que habla Jesús.
La fortaleza de Dios no se parece a la del mundo.
No empuja, no lucha, no se sostiene a base de tensión.
Es una fuerza suave, silenciosa, invisible… pero infinitamente real.
Es el descanso que aparece cuando dejo de intentar hacerlo sola.
'Dios es la fortaleza en la que confío.”
Cuando repito esta frase, algo en mí se ablanda.
Es como si mi corazón dijera: “Ah, por fin puedo soltar.”
Y en ese soltar descubro que la fortaleza nunca fue mía, que siempre me sostenía algo mucho más grande, aunque yo no lo viera.
La fortaleza de Dios no depende de que las cosas salgan como espero.
Es esa paz que sigue ahí incluso cuando nada parece tener sentido.
Es la certeza que susurra: “Todo está bien, incluso esto.”
Cuando confío en la fortaleza de Dios, dejo de defenderme.
No porque me rinda ante el mundo, sino porque me rindo en Dios.
Dejo de sostener la carga de controlar, de entender, de arreglar.
Y entonces descubro algo asombroso: el descanso es fortaleza.
No hay mayor poder que el de quien confía plenamente.
Porque quien confía, no teme.
Y quien no teme, está en la fortaleza de Dios.
Hoy no necesito demostrar nada.
No necesito hacerlo bien.
No necesito saber cómo.
Solo recordar que hay una fuerza dentro de mí que no es mía, pero que me pertenece.
Una Presencia que me sostiene, me guía y me envuelve en cada respiración.
Esa es la fortaleza de Dios.
Y en ella, todo esfuerzo desaparece. 🌿
Feliz día.
Iciar
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