El Amor de Dios es mi sustento
- Iciar Piera

- 4 oct
- 1 Min. de lectura
El Curso nos dice que no vivimos de pan, de dinero, de posesiones ni de seguridades externas. Nuestro verdadero sustento es algo que no puede perderse ni cambiar: el Amor de Dios.
Cuando olvido esto, me siento frágil, carente, a la defensiva. Me parece que necesito acumular, protegerme, asegurarme de que no falte nada. Pero esta experiencia de vacío es solo el eco de haber olvidado mi Fuente.
El Amor de Dios es la fuerza que late en mí, el aire que respiro, la energía que sostiene cada célula, la paz que me envuelve aunque mi mente se agite. No depende de que los demás me quieran, ni de que las circunstancias sean favorables. Es un regalo permanente que no se negocia.
Cuando digo: “El Amor de Dios es mi sustento”, lo que hago es elegir recordar la Verdad y descansar en ella. Significa que no necesito más defensas, porque ya estoy sostenido. Significa que puedo soltar la tensión de “hacer que las cosas funcionen” y abrirme a la confianza.
Aquí la indefensión cobra todo su sentido. Porque cuando reconozco que el Amor de Dios me sostiene, ¿qué podría temer? ¿Qué tendría que atacar o defender? La indefensión es la consecuencia natural de recordar mi verdadero sustento: estoy a salvo, porque no dependo del mundo, sino de Dios.
Cada vez que el miedo aparezca, puedes repetirte suavemente:
✨ “El Amor de Dios es mi sustento.”
Y dejar que esas palabras sean un bálsamo que deshace el esfuerzo y te devuelve a la sonrisa.
Feliz día.
Iciar





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