Dice Jesús en el Curso acerca del Instante Santo:
El instante santo es este mismo instante y cada instante. El que deseas que sea santo, lo es. El que no deseas que lo sea, lo desperdicias. En tus manos está decidir qué instante ha de ser santo. No demores esta decisión, pues más allá del pasado y del futuro, donde no podrías encontrar el instante santo, éste espera ansiosamente tu aceptación. Sin embargo, no puedes tener una conciencia feliz de él mientras no lo desees, pues encierra dentro de sí la total liberación.
El Instante Santo es el instante en que elegimos el milagro en lugar de los resentimientos.
Elegimos la sonrisa en lugar de la seriedad.
Cada instante puede ser santo si ese es nuestro deseo.
Vivir por lo tanto en el Eterno Ahora es algo que podemos alcanzar, y algo que depende por completo de nosotros.
De nadie más.
Lo único que se nos pide es que por un instante estemos dispuestos a cuestionar nuestra manera de ver, que es el juicio.
No se nos pide que no alberguemos pensamientos no amorosos (de hecho es debido a estos pensamientos que precisamos del Instante Santo), pero si que no albergemos ninguno que deseemos conservar.
Es decir que tenemos que estar dispuestos a estar equivocados, a dudar de que nuestra percepción sea la verdad.
Si esta opción está disponible para nosotros y depende de nuestra elección, de nuestro deseo, ¿qué nos impide vivir en ese estado mental de absoluta indefensión?
El miedo.
Retrasamos su elección porque todavía deseamos resolver las cosas a nuestra manera.
♡No intentes resolver ningún problema excepto desde la seguridad del Instante Santo♡, dice Jesús.
No trates de definir el problema, no te valgas del pasado para la corrección.
Déjalo todo en manos de Aquel que sabe cuál es el verdadero problema, y por lo tanto la solución.
El problema siempre es un problema de percepción. Es mi forma de ver a través de los ojos del ego lo que precisa corrección.
Por eso Jesús nos insta a acudir al Instante Santo cuando surja la tentación.
Porque el error nunca está en el mundo, sino en la mente que usa el mundo como defensa contra la elección de la pequeñez en lugar de la Grandeza.
Cuando terminamos el entrenamiento del Curso se nos insta a seguir practicando con esta lección:
Te entrego este instante santo. Se Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que tu dirección me brindará paz.
Porque eso es todo lo que necesitamos, un Instante Santo, el instante en el que nos hacemos a un lado y permitimos que el Amor sea reinstaurado en nuestra mente.
Luego, como dice esta misma lección, si necesitamos hacer, o decir algo, será el Amor el que dirija.
Y el amor sabe siempre lo que más se necesita en cada situación.
Feliz día.
Iciar
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