Estás a cargo de tu salvación
- Iciar Piera

- hace 6 horas
- 2 Min. de lectura
Hay una frase en Un Curso de Milagros que, cuando la escuchas de verdad, te sacude algo dentro:
“Estás a cargo de tu salvación.”
Podría parecer una afirmación exigente, pero en realidad es una promesa de libertad.
Porque lo que el Curso te dice, con una ternura infinita, es que no hay nada fuera de ti que pueda salvarte… ni nada que pueda impedir tu salvación.
Eres tú quien decide despertar.
Y puedes hacerlo justo ahora, en el momento en que lo desees de todo corazón.
Hay una profunda belleza en esto: tu felicidad no está a merced de las circunstancias, de las personas ni del paso del tiempo.
Nada externo puede interferir con lo que eres.
Y, sin embargo, la mente insiste en buscar fuera —en tratar de entender, arreglar, protegerse o culpar—, como si la paz estuviera esperándote en algún rincón del mundo.
Pero el mundo no tiene la llave.
La llave la llevas tú.
Estás a cargo de tu salvación porque eres libre de mirar de otra manera.
De elegir de nuevo.
De dejar que la Voz que habla por Dios reemplace los pensamientos del ego, suavemente, sin esfuerzo.
No se trata de hacer nada.
No tienes que “arreglarte” ni “merecer” la paz.
Solo abrirte al recuerdo de lo que ya eres.
Porque la salvación no llega de fuera: surge del interior cuando cesa la resistencia.
Despertar es una decisión silenciosa.
Sucede cuando eliges dejar de sostener la culpa, la queja, el miedo o la historia.
Cuando, en lugar de defender tu herida, ofreces tu mente a la Luz que puede sanar.
Y entonces algo se disuelve.
El conflicto se desvanece, no porque el mundo cambie, sino porque tu manera de verlo se vuelve inocente.
Te das cuenta de que la felicidad no necesita razones.
Que siempre estuvo ahí, intacta, bajo las capas de pensamiento.
"Mi salvación procede de mí "
O, si lo prefieres:
Mi felicidad procede de mí.
No hay poder en el cielo o en la tierra capaz de arrebatártela, porque procede de lo que eres.
Eres el espacio donde el Amor se reconoce a sí mismo.
Eres la conciencia en la que los sueños aparecen y desaparecen, sin poder alterar la paz que los sostiene.
Así que cuando el día se nuble o la mente quiera volver al miedo, respira hondo y recuerda:
✨ Estoy a cargo de mi salvación.
✨ Mi felicidad no depende de nada externo.
✨ Nada puede interferir con la luz que soy.
Y qué descanso sentir eso.
Qué alivio descubrir que no tienes que esperar a que la vida te sonría para sonreír tú.
Que no necesitas que nada cambie para volver a la paz.
Porque ya estás donde siempre quisiste estar.
Solo tienes que recordarlo.
Feliz día.
Iciar





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