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  • Foto del escritorIciar Piera

Inocencia

Cuando trabajaba como coach tenía un cojin con forma de corazón.


En alguna de las sesiones les pedía que lo abrazasen como abrazarian a un peluche, o a un bebé.


Era increíble el efecto que ese simple acto tenía en las personas.


Abrazar, acoger, atender.


En algunos casos ese abrazo despertaba un recuerdo, en otros casos las lágrimas empezaban a correr por sus mejillas.


En algunas ocasiones veía como ante mis propios ojos todo el cuerpo se transformaba, las facciones se relajaban, algunos sonreían.


Hoy el pensamiento que surgió al ponerme a escribir era "inocencia".


Dice el Curso acerca de la inocencia:


Mas en ti hay un Niño que anda buscando la casa de Su Padre, pues sabe que él es un extraño aquí. Su infancia es eterna, llena de una inocencia que ha de perdurar para siempre.

Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su Hijo. Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. Anhela tan profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su voz te suplica que lo dejes descansar por un momento. Tan sólo pide unos instantes de respiro: un intervalo en el que pueda volver a respirar el aire santo que llena la casa de Su Padre. Tú también eres Su hogar. Él retornará. Pero dale un poco de tiempo para que pueda ser Él Mismo dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz y en amor.
Este Niño necesita tu protección. Se encuentra muy lejos de Su hogar. Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oír Su vocecilla, quedando así Su llamada de auxilio ahogada en los estridentes sonidos y destemplados y discordantes ruidos del mundo. No obstante, Él sabe que en ti aún radica Su protección. No le fallarás. Él volverá a Su hogar y tú lo acompañarás.
Tú no has perdido tu inocencia. Y eso es lo que anhelas, lo que tu corazón desea. Ésa es la voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. Ese santo Niño todavía sigue a tu lado. Su hogar es el tuyo.

Esta lección nos invita de soltar nuestras defensas y atender la llamada de ese Niño que está esperando por nosotros para retornar a Su Hogar.


Él es nuestro Hogar.


Su inocencia es la nuestra.

Su indefensión, nuestra fortaleza.


Su llamada, la que no podemos evitar.


Al pensar en la anecdota del cojin con forma de corazón, creo que ese simple acto es un símbolo de este retornar al Hogar.


O como dice la lección:


Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi Hogar. (L182)


A veces necesitamos que alguien nos recuerde nuestra inocencia, que nos invité a recordarla.


Nos de permiso para volver a ser ese Niño que sólo quiere retornar a Su Hogar.


Que sólo desea descansar por un momento y dejar atrás todo el peso de la existencia.


Volver a sentirse libre. Completo. Inocente.


A salvo.

Sostenido por los Brazos del Amor.


Hoy puede ser el día en el que recordemos nuestra inocencia. Nos tratemos con cariño. Seamos bondadosos con nosotros mismos y con los demás.


Porque todos somos ese Niño que anhela profundamente volver a sentirse en Casa.


Y si necesitas abrazar un cojin, tienes mi permiso.


Feliz día.

Iciar


Imagen: @soulbirdart



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