La Paz de Dios es tuya

Nadie que realmente busque la paz de Dios puede dejar de hallarla.

La paz de Dios no es una meta lejana ni un premio que se concede a los dignos.

Es lo que ya somos, esperando pacientemente a ser recordado.

Pero mientras sigamos buscando la paz en el lugar equivocado —en las circunstancias, en los demás, en el tiempo—, no podremos reconocerla.

Porque la paz no se encuentra en el mundo, sino en el espacio silencioso de la entrega.

“Nadie que realmente busque la paz de Dios puede dejar de hallarla” significa que, cuando la búsqueda es sincera, cuando ya no hay dobles intenciones ni condiciones (“quiero paz, pero que esto cambie”), entonces la Paz se revela por sí sola.

Porque siempre estuvo ahí.

No necesitas hacer nada especial.

Solo dejar de buscar fuera lo que ya brilla dentro.

Solo tener la valentía de desear la paz por encima de todo lo demás.

Y ese “todo lo demás” incluye tener razón, defenderte, comprender o controlar.

Cuando eliges la paz, aunque no sepas cómo, el camino se despeja.

Porque Dios no puede negarte lo que Él mismo es.

Así que confía:

si realmente la deseas, ya estás en camino hacia ella.

Y en algún momento —quizás en este mismo instante—,

descubrirás que nunca estuviste lejos.

🤍

Feliz día.

Iciar