La proyección da lugar a la percepción.

Todo lo que percibimos comienza en nuestra propia mente.

No podemos ver aquello en lo que no creemos.

Vemos separación porque creemos en ella.

Vemos ataque, porque creemos que el ataque es posible.

Vemos aquello en lo que hemos depositado nuestra fe.

Nos sentimos víctimas, o tratados injustamente, porque creemos que somos vulnerables.

Son nuestras creencias las que colorean nuestro mundo.

Por eso no hay dos mundos iguales.

Cada uno percibe el mundo de manera diferente.

Jesús no vio ataque porque en su mente no existía esa creencia.

En su mente sólo había amor, y lo único que una mente que cree en el amor puede ver es una expresión de amor, o una petición de amor.

Y la respuesta siempre es la misma.

Amor.

Mientras sigamos creyendo que hay algo que puede oponerse al amor, que es lo que es la separación, seguiremos teniendo esa experiencia.

El perdón es necesario porque en nuestra mente hay dos lealtades.

Y en algún momento tendremos que decidirnos.

Sino seguiremos vagando entre dos mundos que no tienen nada en común.

El mundo del ego, y el mundo del espíritu.

El juicio, o la visión.

Gracias por acompañarme.

Feliz día.

Iciar