La salud no es ausencia de síntomas
- Iciar Piera

- 26 sept
- 2 Min. de lectura
La salud no es ausencia de síntomas, es ausencia de miedo.
Esta frase lo cambia todo.
Nos hemos acostumbrado a pensar que estar sanos significa no tener dolor, no tener cansancio, no tener síntomas.
Pero el Curso nos recuerda algo mucho más profundo: la verdadera salud es un estado de paz interior, un estado en el que no necesito defenderme de nada.
Tampoco de los síntomas.
Los síntomas pueden estar o no estar, pero cuando no hay miedo, no hay resistencia, no hay sufrimiento.
Y ahí es donde empieza la verdadera curación.
La enfermedad como defensa
La lección “La enfermedad es una defensa contra la verdad” dice algo radical:
Las defensas no son involuntarias ni se forjan inconscientemente. Son como varitas mágicas secretas que agitas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer.
Esto significa que la enfermedad no es un accidente ni un castigo: es una decisión rápida y deliberada de la mente para mantenernos en la identidad del ego.
Cuando aparece un síntoma, la mente está diciendo:
Prefiero sentirme frágil antes que recordar mi fortaleza. Prefiero enfocarme en mi cuerpo antes que recordar que soy Espíritu.
Y no pasa nada: es solo una elección.
Una que puedo mirar con Jesús y deshacer en el instante en que me doy cuenta de que ya no me sirve.
La indefensión como medicina
La indefensión es el antídoto.
Cuando dejo de usar mi cuerpo para defender mi ego —para demostrar que soy débil, víctima o separada— recupero mi poder.
La oración se vuelve muy sencilla:
“Jesús, no necesito esta defensa.
Puedo descansar en la Verdad.”
En ese instante, aunque el síntoma siga presente, el miedo se disuelve.
Y con él se disuelve la tensión que impedía que el cuerpo recibiera la sanación que siempre está disponible.
La verdadera salud
La verdadera salud no se mide en analíticas ni en diagnósticos, sino en el grado de paz que experimento.
Puedo estar con fiebre y en paz. Puedo estar en la cama y en paz.
Puedo sentir dolor físico y, aun así, no sufrir.
La salud es el recuerdo de que soy invulnerable en mi realidad verdadera.
No soy este cuerpo. No soy lo que le pase a este cuerpo. Soy la extensión del Amor de Dios, y en ese lugar no puede entrar el miedo.
La próxima vez que aparezca un síntoma, en lugar de entrar en pánico, puedes detenerte un segundo, sonreír y decir:
“La salud no es ausencia de síntomas, es ausencia de miedo.
Hoy elijo la paz.”
Eso, en sí mismo, es un milagro.
¿Quieres que preparemos también un ejercicio práctico para el blog, una especie de mini-meditación para usar cada vez que notes miedo ante un síntoma (para que la gente pueda aplic





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