No soy víctima del mundo que veo
- Iciar Piera

- 27 sept
- 2 Min. de lectura
Nosotros somos los que determinamos nuestras experiencias.
Este pensamiento, que parece tan simple, en realidad es profundamente liberador.
Porque mientras crea que mis experiencias dependen de lo que los demás hacen o dejan de hacer, del azar, de la suerte o del destino, me siento a merced del mundo, como una hoja llevada por el viento.
Pero cuando recuerdo que soy yo quien determina mis experiencias, algo cambia.
No significa que controle lo que ocurre en la forma —el clima, las palabras de otros, las circunstancias externas—, sino que tengo todo el poder de decidir cómo quiero vivirlo.
Ahí está la verdadera libertad: no en tratar de cambiar lo externo, sino en elegir desde qué maestro quiero mirar.
Si escucho al ego, veré ataque, carencia, injusticia.
Si escucho al Espíritu, descubriré una oportunidad de recordar el amor, de sanar, de soltar.
Mis experiencias no están dictadas por lo que pasa fuera, sino por la interpretación que elijo dentro.
Esa interpretación es la que colorea mi mundo, la que convierte un mismo hecho en sufrimiento o en paz, en cárcel o en milagro.
Jesús nos recuerda en el Curso que siempre tenemos dos opciones:
Permanecer en el sueño del miedo, o despertar al sueño feliz del amor.
Y aquí está la buena noticia: nadie puede determinar mi experiencia por mí.
Eso me devuelve todo el poder. El poder de elegir de nuevo.
El poder de no ser víctima del mundo que veo.
El poder de dejar de sostener resentimientos y abrirme a los milagros.
La próxima vez que me descubra culpando al mundo o a alguien por mi malestar, puedo pausar y preguntarme:
✨ ¿Quiero seguir sosteniendo esta interpretación, o prefiero elegir la experiencia de paz?
Porque al final, nosotros somos los que determinamos nuestras experiencias.
Y siempre, siempre, puedo elegir el amor. 💛
Feliz día.
Iciar





Comentarios