Que no me olvide que soy uno con Dios
- Iciar Piera

- 7 oct
- 2 Min. de lectura
Qué sencillo sería todo si no olvidáramos quiénes somos. Si, en medio de una discusión, una preocupación o un malestar físico, recordáramos: “Soy uno con Dios.”
No una frase bonita, sino una realidad que lo abarca todo.
Olvidar esto es lo que da lugar al miedo, a la tensión, a la necesidad de defendernos.
Creemos que estamos solos, separados, vulnerables. Creemos que debemos protegernos del mundo, de los demás, de lo que podría venir. Pero ese impulso de defensa nace solo del olvido.
Cuando recuerdo que soy uno con Dios, la defensa se vuelve innecesaria. ¿De qué tendría que protegerme si no hay nada fuera de mí? Si el Amor lo llena todo, si no hay enemigos, si nada real puede ser amenazado.
El ego vive del olvido. Se alimenta de esa pequeña laguna de desconexión en la mente que dice: “tengo que arreglarlo yo”, “tengo que controlar esto”, “esto no debería estar pasando”.
Pero cada vez que elegimos recordar, aunque sea por un instante, la ilusión se desvanece. La mente descansa. La tensión se disuelve.
Ser uno con Dios es ser uno con la Paz. Con la inocencia. Con la plenitud que no necesita nada.
Y cuando nos rendimos a ese recuerdo, el mundo cambia de textura: lo que antes parecía un obstáculo, ahora se convierte en una oportunidad para recordar el Amor.
Así que hoy, cada vez que sientas miedo o resistencia, haz una pausa y repite internamente:
✨ “Que no me olvide que soy uno con Dios.”
Siente cómo esta frase te recoge. Cómo el cuerpo se ablanda. Cómo el corazón se abre.
Porque en verdad, nunca has estado separado. Solo lo habías olvidado.
Feliz día.
Iciar





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