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Foto del escritorIciar Piera

Renuncio a mi deseo.

Ayer mis sobrinos estaban viendo un programa de deporte y salió un chico, joven, que estaba en silla de ruedas por una caída con la moto en una prueba de motociclismo.


Dijo algo que me llamó la atención.


Dijo que empezó a ser feliz cuando abandonó su deseo de caminar.


Sólo entonces pudo empezar a ser feliz.


Esto me hizo reflexionar.


Justo ese día Rebecca Campbell había enviado su newsletter donde se preguntaba "cuando era el momento de rendirse, y cuando había que seguir empujando".


Me acordé de la película de Wonder Woman 1984.



Si no la has visto, te la recomiendo.


En esa película descubren una pieza arqueológica que tiene la propiedad de hacer realidad los deseos de quien la tenga.


No te contaré mucho, por si la ves, pero eso genera tal caos que al final la solución es "renunciar a tu deseo".


La escena final es brutal. No te la pierdas si tienes la ocasión.


Cuando nuestro deseo nos aleja de la felicidad en este instante, nos estamos limitando a nosotros mismos.


Habitualmente un deseo es algo que no tenemos ahora, por lo que los deseos producen tiempo.


Perpetúan el tiempo porque nos condicionan, y condicionan nuestra felicidad, a un futuro temporal.


No ahora.


Mantener un objetivo futuro, incluso la iluminación, es perpetuar el sufrimiento.


Si tu deseo te inspira, y te conecta con esa felicidad ahora, mantenlo.


Creo que hay deseos inspirados por el Espíritu, pero yo suelo llamarlos "inspiraciones".


Deseos que no nacen del miedo o la falta, de la necesidad, sino del amor.


Estos conservalos.


Pero una vez más observa si te privan de experimentar la felicidad en este instante. Si te tientan creyendo que cumplirlos significa algo, o te convierte en algo.


Es fácil diferenciar cuando esos deseos provienen del ego, o brotan del Espíritu.


Si te produce ligereza, si cuando piensas en ello sonríes, entonces es inspirado. Porque la guía del Espíritu siempre aporta paz.


Si te produce pesadez, si al pensar en él no hay alegría, o aparece el esfuerzo, la presión, la duda, entonces es el momento de elegirte a ti.


Elegir tu felicidad en este instante.


Y si tienes dudas algo que yo hago es entregarlo.


Ponlo en las amorosas manos de Jesús y pídele que te ayude a recordar lo que más te conviene, lo que realmente te haría feliz.


Renunciar a nuestro deseo (cuando no es inspirado) es renunciar al tiempo.


Es elegir la felicidad en este instante.


Ser feliz ahora.


Feliz día.

Iciar


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