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Se libre hoy

  • Foto del escritor: Iciar Piera
    Iciar Piera
  • hace 3 días
  • 2 Min. de lectura

Hoy el Curso nos ofrece una de las frases más poderosas, más bellas y, a la vez, más sencillas de todo el libro:


“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.”

Cada vez que la repito, algo dentro de mí se afloja.


Es como si mi alma respirara aliviada, recordando lo que siempre supo.


Porque esta lección no es una idea teórica.


Es un acto de liberación.


Una rendición a la verdad que el ego no puede comprender: no soy lo limitado. No soy lo vulnerable. No soy lo que cambia.


Durante mucho tiempo hemos creído que somos este cuerpo: que nuestro valor depende de su aspecto, de su edad, de su salud, de cómo los demás lo miren o lo toquen.


Y sin darnos cuenta, hemos intentado protegerlo, perfeccionarlo o esconderlo… creyendo que eso nos haría sentir a salvo.


Pero la verdadera seguridad no reside ahí.


La libertad tampoco.


El Curso nos invita hoy a mirar más allá de la forma y recordar lo que nunca cambió:

ese espacio luminoso que observa, que ama, que permanece en paz incluso cuando el cuerpo se mueve, se enferma o se cansa.


Ese “Yo” que no nació y no puede morir.


Cuando repito suavemente:


“No soy un cuerpo. Soy libre.” ✨


me vuelvo consciente de que nada puede amenazarme realmente.


Que soy espíritu. Que sigo siendo tal como Dios me creó.


Y desde ese reconocimiento, todo se aligera.


Ya no tengo que controlar tanto.

Ya no tengo que defenderme de todo.

Ya no tengo que esforzarme tanto por “ser alguien”.


Puedo descansar.


Puedo ser libre hoy.


Porque mi libertad no depende de cómo me sienta, ni de lo que ocurra en mi vida.


Depende solo de una cosa: de recordar quién soy.


Y cuando lo recuerdo, naturalmente surge la paz.


La mente deja de pelear con lo que es.


El cuerpo puede simplemente cumplir su propósito —ser un instrumento de comunicación y de amor— sin carga, sin miedo, sin exigencias.


Hoy, elige la ligereza.


Elige no identificarte con el cansancio, con el dolor o con el miedo.


Cada vez que sientas que algo te aprieta, que algo te limita, repite en silencio, con la dulzura de quien se despierta de un sueño:


“No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.”

Y deja que ese pensamiento te devuelva al espacio donde todo es simple, donde todo está bien, donde la libertad no hay que alcanzarla, solo recordarla. 


Feliz día.

Iciar

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