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  • Foto del escritorIciar Piera

Sonríe

En ocasiones cuando pido guía lo único que escucho es:


Sonríe.


Esta respuesta se ha convertido en algo así como una llave maestra que abre cualquier puerta.


En ocasiones me enfado ante la aparente sencillez de esta invitación, pero siempre que estoy dispuesta a dejarme llevar, veo que eso era justo lo que necesitaba.


Mi ego quiere entender.

Quiere respuestas.


Le gusta dar vueltas a los mismos temas una y otra vez.


Es el maestro de la complejidad.


Lo sencillo se le atraganta. No puede digerirlo.


Pero la sencillez creo que es el lenguaje del alma.


El Espíritu es como un niño juguetón y alegre que no necesita palabras, grandes conceptos, o discusiones intelectuales.


Sólo quiere jugar.


Deleitarse ante cada cosa.

Perderse en el Ahora.


Hace un tiempo pedí una oración. Lo que surgió fue esto:


Cierra los ojos. Sonríe. Ya estás ahí.


¿Puede ser tan sencillo?


Quizás sí.


Quizás todo lo que tengamos que hacer, como dice Kenneth Wapnick, sea acordarnos de sonreír.


Porque sonreír silencia al ego.


Y en ausencia de ego solo hay felicidad.


Hoy al sentarme a escribir e internamente decir: "Tú diriges", lo que surgió fue esta sencilla invitación:


Sonríe.


Y a continuación pude notar como las comisuras de mis labios dibujaban esa media luna.


Todavía está presente mientras escribo esta nota.


¿Y si realmente todo lo que necesitáramos recordar es esa sonrisa?


¿Y si cada desafío, cada aparente problema, cada conflicto o falta de paz fuese simplemente una invitación a acordarnos de sonreír?


¿Una llamada a expandir esa sonrisa?


Dice el Curso que la iluminación no es un cambio, es un reconocimiento.


¿Y si ese reconocimiento fuese sonreír?


Cierra los ojos. Sonríe. Ya estás ahí.


Feliz día.

Iciar







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