Soy tal como Dios me creó

Este es uno de los recordatorios más profundos y amorosos de Un Curso de Milagros. Con estas palabras, Jesús nos invita a volver al origen, a la verdad que nunca ha cambiado.

“Soy tal como Dios me creó” significa que, más allá de todas las historias, experiencias, dolores o aparentes errores, sigo siendo lo que siempre fui: espíritu inocente, completo, invulnerable, impecable, amado y eterno. Nada de lo que haya soñado el ego puede alterar esta realidad.

El ego nos dice constantemente que hemos cambiado, que nos hemos perdido, que necesitamos defendernos del mundo, de los demás e incluso de nosotros mismos.

Pero esta afirmación lo deshace de raíz:

lo que Dios creó perfecto no puede ser alterado por nada ni por nadie.

Y aquí aparece la conexión con la indefensión:

• Si sigo siendo tal como Dios me creó, ¿de qué me tengo que defender?

• Si mi Ser verdadero es eterno e invulnerable, ¿qué amenaza podría alcanzarme?

• La única amenaza es la que yo decido imaginar, al identificarme con un yo frágil y vulnerable que en realidad no existe.

  
  

Cuando nos defendemos, es porque hemos creído la mentira del ego: que somos cuerpos, que somos carencia, que somos culpabilidad. Pero al recordar: “Soy tal como Dios me creó”, todas esas defensas caen. Es como soltar las armas, porque reconoces que no hay nada contra lo que luchar.

La indefensión se vuelve, entonces, el estado natural del que se sabe amado y protegido por siempre. No es una debilidad, es la máxima fortaleza.

La fortaleza no proviene de estar en guardia, sino de saber que la verdad no necesita defensa.

Practicando este pensamiento durante el día, podemos descansar de tanta tensión, de tanto esfuerzo por ser alguien distinto.

No tenemos que construirnos, ni mejorarnos, ni salvarnos: solo recordar.

✨ Soy tal como Dios me creó: inocente.

✨ Soy tal como Dios me creó: inmortal.

✨ Soy tal como Dios me creó: libre.

Y desde ahí, todo miedo se desvanece.

Feliz día.

Iciar