Tengo el poder de decidir que es lo que quiero ver.
Tengo el poder de decidir usar cada situación de mi vida como una oportunidad para el milagro, o como una oportunidad para el juicio.
Tengo el poder de decidir permanecer dormido, o despertar.
Tengo el poder de decidir de que presencia me quiero convencer: amor o miedo.
Tengo el poder de decidir mi experiencia, porque mi experiencia siempre responde a mi deseo.
¿Deseo la paz o el conflicto?
¿Deseo tener razón o ser feliz?
¿Deseo el Cielo o el infierno?
Tengo el poder de decidir usar el mundo con el propósito de la separación o como un aula donde aprendo a perdonar.
Tengo el poder de decidir, decidir si lo que deseo es el júbilo de Dios o el dolor del especialismo.
La seriedad del ego o la dulce y amable sonrisa de Jesús.
Tengo el poder de decidir, decidir olvidarme de quien soy y seguir jugando al juego del especialismo.
Identificarme a mi mismo como un cuerpo, y negar el poder de la mente.
Pero sigo siendo mente.
Mente con el poder de elegir.
No puedo ser víctima del mundo que veo porque ese mundo es mi decisión.
Pero puedo creer que lo soy, y engañarme a mi mismo negando mi Grandeza.
Tengo el poder de decidir.
Y siempre lo estoy haciendo.
Mi experiencia me muestra cuál ha sido esa elección.
Tengo el poder de decidir mientras siga creyendo que el amor tiene un opuesto.
Pero incluso ese poder es ilusorio.
Porque la separación nunca sucedió.
Y lo que es Uno nunca pudo fragmentarse.
Pero hasta que acepte lo que la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese cuando me creó (Espíritu completo e inocente), seguiré teniendo oportunidades para decidir.
Decidir entre las ilusiones, o la verdad.
Decidir que sólo la verdad es verdad, y que nada más lo es.
Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desee. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos ni se te niega nada de lo que eliges. He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación. (L-152)
Feliz día.
Iciar
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