Tu Impecabilidad está garantizada por Dios
- Iciar Piera

- hace 6 horas
- 2 Min. de lectura
A veces, sin darnos cuenta, vivimos defendiéndonos.
De una mirada, de una opinión, de un recuerdo, incluso de nosotros mismos.
Creemos que tenemos que proteger algo frágil, justificar cada gesto, corregir lo que fuimos.
Pero hay algo más profundo que todo eso.
Una verdad tan simple que el ego no puede comprenderla:
tu impecabilidad está garantizada por Dios.
Nada real puede ser amenazado.
Y tu inocencia —la que procede del Amor, no del comportamiento— es lo más real que hay.
El Curso nos enseña que la indefensión es la fortaleza de los que confían.
Porque cuando sabes quién eres, no necesitas protegerte.
El ataque deja de tener sentido cuando recuerdas que la luz no puede dañarse, que no hay sombra capaz de alcanzar lo que brilla en Dios.
Cada vez que eliges no defenderte, estás afirmando en silencio:
“Yo sé quién soy.”
Y esa certeza deshace toda culpa, toda comparación, toda necesidad de demostrar nada.
Tu impecabilidad no depende de tus acciones pasadas ni de tus pensamientos presentes.
No se gana. No se pierde.
Es una garantía divina, sellada en el momento en que fuiste creado.
Por eso, cuando la mente se contrae, cuando el miedo susurra que has fallado o que no eres suficiente, puedes detenerte y recordar:
Nada de lo que haga puede cambiar lo que soy.
Esa es la verdadera rendición: descansar en la impecabilidad que ya es tuya.
Hoy, suelta la necesidad de arreglarte.
Deja caer las defensas, una a una.
Permite que la gratitud te devuelva a tu centro y reconoce:
“Soy inocente. Dios me mantiene tal como me creó.”
En esa aceptación sin esfuerzo, nace la verdadera paz.
No hay nada que demostrar.
Nada que proteger.
Solo este instante donde tu impecabilidad brilla, intacta, como siempre lo ha hecho.
Feliz día.
Iciar





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